La obra de Kazimir Malévich, en la Fundación Proa

En 2016 visitamos la primera retrospectiva del artista ruso Kazimir Malévich en la Argentina. Fundación Proa, La Boca.

 

La primera retrospectiva del artista ruso Kazimir Malévich en la Argentina, con obras provenientes del State Russian Museum, que trazan un recorrido desde los inicios de su carrera con las pinturas simbolistas, su paso por el cubofuturismo, el inicio del Suprematismo y luego las extraordinarias pinturas sobre campesinos, paisajes urbanos y sus célebres retratos.

Se trata de casi 60 obras recién llegadas de Rusia, en su mayoría pinturas, pero también objetos en porcelanas, esculturas en yeso, videos y numerosa documentación que da cuenta del aporte de Malévich (1875-1935), autor del famoso «Cuadrado negro» -en donde reduce los elementos pictóricos al extremo-, a la historia del arte, con la creación del Suprematismo, una vanguardia del siglo XX enfocada en formas geométricas.

Si bien Malévich tuvo varios períodos en su recorrido artístico, se lo asocia de manera automática con el arte abstracto, antesala del nacimiento del Suprematismo, que él fundó. El arte abstracto -aquel que no representa nada, ninguna figura- surgió en la Rusia pre revolucionaria y su intención era brindar formasy belleza a la cual pudiera acceder cualquier persona. La idea de la abstracción entonces era una utopía democrática.

Pero Malévich fue un poquito más allá: «El Suprematismo es superior a la abstracción -dice en una entrevista con Télam la rusa Eugenia Petrova, curadora y directora adjunta de investigación del Museo Estatal de Rusia-; es más democrático porque era un arte en contra de la burguesía, en contra de la clase capitalista. Y Malévich decía que, a diferencia del arte figurativo que era, a su entender, sólo para la aristocracia, su Suprematismo era para todos».

Para Petrova, «él pensaba permanentemente en la relación entre el espacio y la gente, y de eso trataba el Suprematismo; estaba dirigido a las personas de una nueva época, de un nuevo espacio», señala la especialista.

No es casual la alusión al espacio, en todas sus acepciones. En el texto del catálogo que acompaña la exhibición -una de las más completas monografías que se han publicado en español de este vanguardista- el curador italiano Giacinto di Pietrantonio hace una analogía entre las muchas conquistas soviéticas en el espacio entre los años 50 y 70, y la posición visionaria de Malévich, quien seautodefinió en 1915 como «presidente del espacio supremo».

«Para Malévich -prosigue di Pietrantonio- con el Suprematismo el arte alcanza la expresión sin la representación (…), la supremacía de la pura sensación de las artes figurativas».

«Permanentemente, Malévich pensaba en la relación entre la gente y el cosmos, tanto en el inicio como en el final de su vida. Fue un visionario», pondera y refuerza el concepto de la curadora rusa en diálogo con esta agencia.

La muestra recibe al espectador en la planta baja de Proa con una sala dedicada a una cronología desdoblada entre la vida personal y el contexto histórico en relación al pintor ruso, pero también sus obras de carácter simbolista y los primeros trabajos cubofuturistas, donde destacan piezas como «Composition with La Gioconda» o «Study for a fresco».

Luego, en la sala 2, el público se encontrará con el núcleo central de la exposición: el cuadrado, la cruz y el círculo negros, tres obras cumbres de su producción («Red square», «Black Square», «Black Cross» y «Black Circle»), probablemente el que genere mayor expectativa entre los visitantes. Aquí, la muestra ofrece un panorama general del movimiento suprematista y su despliegue hacia otras áreas de la vida cotidiana, la arquitectura y algunas porcelanas pintadas por el propio Malevich.

La sala 3, dedicada a su «segundo ciclo campesino», reúne figuras de trabajadores sin rostro, cuyas cabezas son reemplazadas por cuadrados negros o rojos, en fondos coloridos y geométricos, como «Two Male Figures», «Summer resident» y «Carpenter».

Finalmente, la sala 4 ofrece un gran despliegue de «La victoria sobre el sol», una ópera futurista rusa estrenada en 1913 en San Petersburgo, cuyo diseño de vestuario estuvo a cargo de Malévich, quien realizó allí su primera pintura «Cuadrado negro». Además, se podrán ver réplicas de los trajes que el artista diseñó para los actores.

(fuente Télam)

 

 

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